jueves, 27 de octubre de 2011

Un-fairy tales

La vida se encarga de ir poniendo las cosas en sus sitios respectivos. Abriendo, uniendo y separando caminos. A fin de cuentas, lo que llega hasta el final (o los distintos finales de cada etapa que vamos culminando) es lo que de verdad vale la pena. En medio de todo, esos chirlazos en la cara que a veces caen, suelen ser para sacudirnos la mente y mostrarnos que hay que cuidarse al confiar. Y yo confié mal. Porque creo en la gente y en las segundas oportunidades. Pero quien desaprovecha una segunda oportunidad, jamás la mereció. Y al desperdiciar el chance, queda flotando el hecho de que no fue buena idea dar cabida a esa primera oportunidad. Porque mentirle a quien te quiere bien, es una injusticia que debería tener penalización en la ley. Porque cuando hay mentiras de por medio, no hay perspectiva que valga, ni justificativo que importe.

Y buehh.. Al final, que el karma se encargue.

Lea también:

Mereció la pena..
Tomémoslo deportivamente..
Con Enrique Bunbury el lunes es menos feo

No hay comentarios: